La infraestructura digital mundial sufrió un importante revés tras una caída masiva de Amazon Web Services (AWS) que afectó a servicios esenciales en numerosos países. En España, la interrupción dejó a varios bancos sin operatividad temporal, impidió pagos con tarjeta en tiendas y provocó problemas en aplicaciones tan populares como los sistemas de transferencia rápida.
¿Qué ocurrió con la nube de Amazon?
El lunes 20 de octubre de 2025, millones de usuarios comenzaron a notar fallos en servicios que dependen de AWS. La incidencia se originó en uno de los principales centros de datos de la compañía, en la región estadounidense de Virginia, donde un error en el sistema DNS —encargado de dirigir el tráfico en internet— provocó una reacción en cadena.
La interrupción afectó a múltiples servicios alojados en la plataforma, entre ellos el sistema DynamoDB, utilizado por miles de empresas en todo el mundo, que paralizó solicitudes de datos y procesos de autenticación. Esta inactividad se extendió durante varias horas, dejando inoperantes plataformas de streaming, comercio electrónico, apps de mensajería y pagos digitales.
Impacto en España: bancos y tiendas sin conexión
En España, la caída tuvo un impacto directo en la banca y el comercio minorista. Varias entidades financieras vieron interrumpidos sus servicios digitales, lo que afectó tanto a las apps de banca móvil como a las transferencias inmediatas mediante plataformas de pago.
Paralelamente, numerosos establecimientos informaron de la imposibilidad de procesar pagos con tarjeta al quedar inoperativos los datáfonos conectados a la nube. La situación obligó a suspender temporalmente operaciones en tiendas, restaurantes y estaciones de servicio hasta que se resolvió la incidencia.
Dependencia crítica: la gran lección detrás del fallo
El incidente ha vuelto a poner sobre la mesa la dependencia crítica que el tejido digital mundial tiene de un número reducido de proveedores de la nube. La infraestructura de internet está altamente concentrada y la caída de AWS —utilizada por gigantes tecnológicos, bancos y administraciones públicas— dejó al descubierto una vulnerabilidad: la interrupción de un solo proveedor basta para provocar una paralización masiva de servicios.
Expertos en ciberseguridad advierten de que esta centralización no sólo es una limitación tecnológica, sino también un riesgo estructural para la economía digital global. La lección es clara: diversificar proveedores, reforzar sistemas de recuperación y repensar la resiliencia del internet que damos por sentado.
