En enero de 2024, la empresa Neuralink, fundada por Elon Musk, realizó su primer implante cerebral en un ser humano, marcando un hito en la interacción entre el cerebro humano y las computadoras. El paciente, Noland Arbaugh, tetrapléjico desde 2016 debido a un accidente de buceo, ha compartido su experiencia tras más de un año con el dispositivo.

El implante ha permitido a Arbaugh realizar acciones como mover el cursor de una computadora y jugar videojuegos utilizando únicamente sus pensamientos. Estas capacidades representan un avance significativo en la tecnología de interfaces cerebro-computadora, ofreciendo nuevas posibilidades para personas con discapacidades motoras.

A pesar de los avances, Arbaugh ha expresado preocupaciones respecto a la privacidad y el control asociados con el implante. En declaraciones recogidas por La Razón, señaló: “No tienes control, ni privacidad”, destacando la necesidad de abordar los aspectos éticos y de seguridad en el desarrollo de estas tecnologías.

La experiencia de Arbaugh subraya tanto el potencial transformador como los desafíos inherentes a la integración de dispositivos tecnológicos con el sistema nervioso humano. A medida que estas tecnologías avanzan, será crucial establecer marcos éticos y de seguridad que protejan la autonomía y privacidad de los usuarios.