Google ha detectado un malware con IA que muta en tiempo real, una nueva generación de amenazas capaz de reescribirse, adaptarse durante la ejecución y alterar su comportamiento para evitar ser detectada. Este avance supone un cambio profundo en el panorama del cibercrimen y anticipa ataques mucho más autónomos, evasivos y difíciles de contener.

Malware que piensa, aprende y se adapta: un salto cualitativo en el cibercrimen

Los analistas de Google han observado cómo distintos grupos de atacantes —incluyendo actores vinculados a estados— han comenzado a integrar capacidades de IA directamente dentro del propio malware. Esto no es simplemente “usar IA para ayudar en un ataque”, como se había visto hasta ahora, sino incluir modelos de lenguaje en tiempo real como parte del funcionamiento interno del software malicioso.

Gracias a ello, estas nuevas variantes pueden:

  • Modificar su código en tiempo real para evitar firmas de detección ya conocidas.

  • Cambiar su comportamiento según el entorno, adaptándose a cada sistema o red.

  • Generar instrucciones maliciosas al vuelo, sin depender de un código estático.

  • Ofuscarse de forma más sofisticada, dificultando el análisis forense.

Google ha identificado familias emergentes como PROMPTFLUX o PROMPTSTEAL, diseñadas para apoyarse en modelos de IA durante la ejecución. Esto les permite mutar rápidamente, probar nuevos métodos de evasión e incluso alterar su carga útil dependiendo de los controles de seguridad que encuentren.

Lo preocupante es que esta tendencia se está viendo ya en todas las etapas de un ataque: desde campañas de phishing más creíbles, pasando por el reconocimiento automatizado de sistemas vulnerables, hasta la exfiltración de datos con técnicas generadas en tiempo real. El malware ya no actúa como un programa rígido y predecible, sino como un agente flexible capaz de reescribir su propia estrategia a medida que avanza.

¿Qué supone esta amenaza para pymes, empresas y proveedores de servicios TI?

Este cambio tecnológico obliga a replantear por completo la forma de defender los sistemas empresariales. Si el malware es capaz de mutar constantemente, los mecanismos tradicionales basados en firmas estáticas —como los antivirus clásicos o ciertos sistemas de detección de intrusiones— dejan de ser efectivos. Incluso las soluciones modernas que analizan patrones de comportamiento pueden verse superadas si ese comportamiento cambia dinámicamente.

Para las empresas de servicios informáticos, esto implica la necesidad de adoptar un enfoque mucho más proactivo y profundo en la seguridad:

  • Implementar supervisión continua del comportamiento de endpoints, no solo de los ficheros.

  • Restringir y vigilar cualquier acceso a APIs o servicios de IA, que podrían ser explotados por malware adaptativo.

  • Fortalecer la segmentación de red para limitar movimientos laterales.

  • Reforzar el endurecimiento de sistemas, las políticas de actualización y la gestión de privilegios.

  • Integrar herramientas de respuesta rápida ante incidentes, capaces de contener una amenaza en minutos.

También es fundamental trasladar esta concienciación a los clientes. La formación del personal cobra una importancia renovada, ya que muchos ataques comienzan con un simple clic en un correo convincente generado por IA. Además, es necesario monitorizar comportamientos inusuales —como conexiones inesperadas hacia servicios externos de IA— y revisar de forma periódica roles, accesos y permisos.

Estamos ante un cambio profundo: la IA ha permitido que el malware deje de ser un conjunto de instrucciones fijas para convertirse en algo mucho más dinámico, impredecible y adaptable. Las empresas que actualicen su estrategia de seguridad a esta nueva realidad serán las mejor posicionadas para protegerse en un entorno donde las amenazas evolucionan con la misma rapidez que las tecnologías que las impulsan.