Además, se han desarrollado en ocho tamaños distintos para garantizar la comodidad y un ajuste preciso en diferentes tipos de rostro. A simple vista podrían pasar por unas gafas convencionales, pero esconden en su interior una tecnología que las convierte en una auténtica plataforma de experimentación.
Cuatro camáras con visión artificial
Pero el conjunto de sensores no se limita a la visión. El prototipo incorpora un sensor de fotopletismografía situado en la almohadilla nasal que permite monitorizar la frecuencia cardíaca del usuario, aportando datos biométricos en tiempo real. Junto a él, un sensor de luz ambiental ayuda a determinar las condiciones de iluminación para adaptar el funcionamiento del dispositivo, y un micrófono de contacto capta la voz de quien las lleva puestas incluso en entornos ruidosos, una característica especialmente útil para comandos de voz y aplicaciones en exteriores.
Por el momento, Meta ha puesto estas gafas al alcance de instituciones académicas, laboratorios de investigación y empresas especializadas que trabajan en proyectos vinculados con la inteligencia artificial, la visión por ordenador o la robótica avanzada. De hecho, algunas universidades y compañías del sector ya exploran con ellas nuevas formas de interacción entre humanos y máquinas, o sistemas que faciliten la vida a colectivos con necesidades especiales.
Con las Aria Gen 2, Meta refuerza su apuesta por el desarrollo de tecnologías que buscan integrar el mundo físico y el digital de una forma más natural e intuitiva. Aunque estas gafas no están destinadas al mercado general, lo aprendido con ellas podría sentar las bases de futuros dispositivos de realidad aumentada para el gran público, mucho más inteligentes y conscientes de su entorno.
